jueves, 23 de abril de 2009

La micro.

Termine de tomar desayuno, entre al baño a lavarme los dientes (nunca lo olvido),
me encrespé las pestañas (tampoco lo olvido) y me mire mil veces en el espejo antes de salir.
Ya afuera tengo que esperar como 10 o 15 minutos pa' que la micro se digne en pasar -Demás está mencionar que iba tarde -.
Cuando finalmente pasó se lleno en tres tiempos casi sin darme cuenta. Subi, pague mi pasaje y me di vuelta para buscar asiento, como no encontre me tuve que ir parada al final de la micro.
En una mano llevaba una fuente gigantosa y en la otra mano mi boleto. El trayecto para mi ya es común y cosa de todos los días: Casas, árboles, casas, autos y mas árboles.
Llegamos al lugar a donde tenía que bajarme, no era solamente yo, era gran parte de las personas que ibamos en la micro.
Toque el timbre, típico que pa' que suene hay que apretarlo fuerte; ya cuando suena el chofer te pega la mira' pa' atrás. Abrió la puerta y me bajé.

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